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Perdido en la noche de los tiempos,
quizá estés escondido
tras la necesidad de contar,
no; no es un fenómeno simple.

El hastío te llevó
con las doce tribus;
ellas se conformaban
con dos palabras.

Las señales eran inminentes;
circunstancias y fechas inciertas,
un corte de caracol y una flor,
auguraban la interrupción
de aquel ciclo.

Aquel esfumado
que aparecía en el horizonte,
donde cada día
un poco más
se iban dibujando
aquellas sombras esfumadas,
lo sabía,
mas tenía la secreta esperanza
que así como se dibujaban aquelllos contornos,
podrían desdibujarse,
puesto que menos la muerte,
todo es reversible.

Una recta, y un punto.
Un antes y después de Cristo.
Una familia constituída,
y la más absoluta de las soledades,
recibiendo señales
que atravesaban el cuerpo
como el rayo laser mortífero,
no había caso,
el rayo laser se empeñaba
por cumplir aquel siniestro objetivo,
un cuerpo golpeado de radiaciones,
un cuerpo agotado,
lágrimas que se descolgaban
como las cataratas del Iguazú,
testigos de aquella garganta del diablo
que nos había petrificado.

Medio siglo terminado,
con un punto final,
anticipaban el infinito dolor,
aquel grupo se proponía borrar,
(borrar como necesidad urgente),
la Historia,
y todos sus vestigios.

Los tiranos borraron
la figura materna,
deporte para el cual
tenían gran entrenamiento,
aquel trabajo
les había sido encargado
más de mil veces,
se manejaban como peces en el agua,
para aquellos tiranos
borrar vínculos biológicos
era tan rutinario
como atarse los cordones de las botas.

Esta vez la misión era desafiante,
porque deberían desaparecerla viva,
a ella,
la madre,
deberían desaparecerla
de las memorias
en las que había generado
trascendencia.

La enterrarían viva,
al fin y al cabo,
ya habían enterrado
a tantos muertos,
la enterrarían viva,
y según sus cálculos,
dejaría de existir naturalmente.

Total, no tenían que ver nada.

Así fue que secuestraron a la mujer entre cuatro,
eran dos hombres y dos mujeres vestidos de civil,
le pusieron una venda negra.

La fosa estaba preparada,
el encargado del jardín de los recuerdos
había recibido un anticipo
y la segunda parte le había sido prometida
cuando la mujer quedara
absolutamente cubierta de tierra.

No; no le habían encomendado matarla,
le habían encomendado enterrarla.

El número de la muerte,
tatuado en el brazo,
la mujer desnuda
estaba lista para la ducha con Ziklon-B.

Hasta último momento
imploró, rogó, se arrodilló,
hasta encomendó su alma
a un Señor en el cual nunca había creído,
y sus razones tenía,
razones que se constataron
cuando aquella mujer
se dio cuenta que le llegaba la hora,
y nadie se interpondría en el camino al fin.

Igual no quedaba nadie de la familia.
Apenas llegada a Treblinka,
fue separada del padre de las hijas,
y nunca más lo vio.

Las hijas desaparecieron alguna noche
de algún helado invierno,
y la mujer nunca supo cuando.
Mejor así.

Había llegado la noche y la mujer,
con una resistencia importante,
sacó la cabeza de adentro de la arena.

Desesperada respiró,
y llenó sus pulmones,
y los llenó calculando
el aire de cuatro vidas,
más vale que sobre y no falte.

La mujer había salido de la arena.
Caminó sigilosa,
no sea cosa que se dieran cuenta,
y todo volviera a foja cero.
Alguen le dio un trozo de sábana,
"confórmate con esto"-
secamente le dijeron aquellos aldeanos,
que no querían saber nada
de lo que ocurría en aquellos campos,
que habían venido a interrupir
su monótona y pueblerina existencia.

La mujer deambula por el bosque
envuelta en una sábana.
Ya perdió la noción del tiempo,
no tiene memoria reciente,
sí recuerda el día,
aquel día que los vio por última vez,
al bajar del tren.

Quien sabe;
quizá habrían sobrevivido,
ojalá,
pensaba aquella mujer,
"no importa si es lejos de mí,
lo importante es que se salven".

Los primeros cincuenta años habían concluído.
Una etapa había terminado.
Los segundos cincuenta
serían diametralmente opuestos,
y la mujer, desaparecida viva.

Esa fue la intención.
El encargado del jardín de los recuerdos,
recibió al día siguiente tal como había sido convenido,
la segunda parte del pago.

Ellos no saben que la mujer sobrevivió.
No sería ni la primera ni la última,
seis millones murieron, y ella tuvo suerte.

Lo más importante era preservar la vida,
después vería cómo seguiría.

Ha pasado un año.
La mujer sobrevive.
Aún no sabe qué hará
cuando salga del bosque
vestida con una sábana.

La mujer se acostubró a ese bosque,
otrora hostil, ahora hogar.
El bosque la protege.

La mujer sabe que no puede ni debe
permanecer eternamente en aquel bosque,
tan sólo vestida con una sábana deshilachada.

"Mañana salgo"-
se dice todas las noches,
antes de dormir en una improvisada madriguera,
más bien es una cueva.

Una cueva encantada.

Anna Donner Rybak © 2011

La Mujer Vestida de Hija de la Dictadura






I. Los objetos nos cuentas historias....
ARENAL GRANDE Y ARENAL CHICO (2547 Y 21547)

Ayer estaba mirando la espada de San Jorge. En la misma maceta de barro, ella ha sobrevivido.

La miro y veo la casa de la calle Arenal Grande, para ser más exactos, Arenal Grande 2547, esquina Concepción Arenal, la casa de mi abuela.
La veo ubicada en el patio, a la entrada del comedor.

Nos quedábamos allí muchas tardes, la mayoría contra nuestra voluntad, sobre todo aquellas de verano, de tanto calor en las cuales el único ruido era el del afilador.

En frente, la panadería Las Pirámides, creo que así se llamaba.
Ellos ya estaban muy viejitos, vivían sobre todo de recuerdos, las fotos de la familia muerta, recuerdos de la infancia en Europa antes del desastre, libros en Idish, yo creo que ya no querían vivir más.

El patio con sus plantas, la máquina vieja SINGER, el refrigerador General Electric, de los primeros que hubo.

La alacena, cierro los ojos y todo lo veo.

Las tardes en el zaguán cuando el calor agobiaba... Ellos ya hace muchos años que no están. En el 89 se fueron los últimos.

Ahora en esa esquina no quedan rastros, hay un comercio, creo. Y, ya no queda ningún judío en Villa Muñoz. Los ricos se fueron a Pocitos, los pobres fueron desapareciendo. Me acuerdo cuando con mi padre comprábamos todas esas cosas ricas en la calle José L. Terra y Blandengues: el bursht, el vrust, el rolmops, el pancito, la crema rusa...

La espada de San Jorge, que está en el fondo de la casa de San Francisco en la calle Anacagüita, entre Ñacurutú y Cardenal, la casa de Arenal Chico, la que se pudo construir con el dinero de la venta de la casa de Arenal Grande...






II. LA INFANCIA Y LA NOCHE EN MI PAIS Y EN LA HISTORIA

1. El 27 de junio de 1973 se escuchaban marchas militares durante todo el día. Me acuerdo que estuve como dos meses sin ir a la escuela y me mandaban tareas para repasar en mi casa. Mi madre me decía que “milico” era una mala palabra, que si la decía en voz alta, me podían llevar presa. Se ve que ella estaba muy asustada....

2. A 1975 lo llamaron “Año de la Orientalidad”. Recuerdo que la torre del Palacio Legislativo estaba toda iluminada con luces de distintos colores. La veía cada noche, al pasar por la Avda. Gral. Flores, cuando volvíamos de la casa de mi abuela, desde Goes a la Ciudad Vieja. El Palacio se podía visitar como museo, un día nos llevaron con la escuela, y nos mostraron, como algo de otros tiempos, las salas de Senadores y de Diputados.

3. El barrio Goes, también llamado Villa Muñoz, era el barrio en el que vivían los judíos. En este tiempo, ya habían comenzado a emigrar a Pocitos, donde, actualmente, vive la mayoría de nuestra colectividad. Geográficamente, estamos hablando de la zona comprendida (aproximadamente) entre las calles Marcelino Sosa, Juan José de Amézaga, Constitución y la Avda. Garibaldi. Mi abuela vivía en la calle Arenal Grande y Concepción Arenal, en la esquina ,donde nacen las calles Isla de Gorriti y Democracia. El número de puerta era 2547. En frente, estaba la panadería Las Pirámides, la parada del 526 (que va de Malvín a Sayago) y del 6, que iba de la Aduana, hasta la esquina de Arenal Grande y Garibaldi, de AMDET. Cuando íbamos con mi madre y mi hermano, lo tomábamos en la calle Yacaré, cerca del Mercado del Puerto. Donde nace la calle Democracia, había un rancho de lata, en el que vivían dos familias y a media cuadra estaba la pescadería. Todos los gurises, solíamos jugar en la vereda y los mayores, sacaban las sillas, como en todo barrio montevideano, en las noches de verano, son costumbres que casi se han perdido por completo...Mi abuela vivía con sus hermanos. Mi abuelo había muerto hacía 2 años, y ella por ese entonces comenzó a enfermarse. La casa tenía un patio central con claraboya donde había la mesa con sus sillas de paja, la heladera (de las primeras General Electric), la máquina de coser Singer, la alacena, donde se guardaban los platos y cubiertos, y las plantas ( eran espadas de San Jorge). Desde allí se iba al baño, a la cocina, al comedor, al dormitorio donde dormían los tíos de mi madre y al altillo. En el dormitorio dormían los tíos, tenía ventana a Concepción Arenal. En la cocina estaba el primus, donde la tía cocinaba el “fainkujn” , que era un revuelto de huevo y cebolla. Allí también, mi abuela horneaba sus galletitas de azúcar. La escalera que iba al altillo era de hierro. Era un desván, con esas cosas que ya nunca se usan. De ahí, por otra escalera de madera, se iba a la azotea.

4. A fin de ese año fuimos con mi madre a Buenos Aires, en PLUNA. Era la primera vez que subía a un avión, era de esos con ventanas redonditas. Mis tíos vivían en el barrio de Almagro, en la calle Lambaré. Se tuvieron que ir en 1974, porque en Uruguay la situación estaba difícil, no había trabajo. Vi por primera vez el subte, lo tomábamos en la calle Corrientes, en la estación Almagro, y nos bajábamos en la estación Florida. Conocí la 9 de Julio, el Obelisco y el Ital Park.

5. A fin de 1975 nos mudamos. Nosotros vivíamos en el barrio Ciudad Vieja, en la calle Sarandi, y nos mudamos al Cordón, a la calle 18 de Julio. En 1976, yo estaba en cuarto año de escuela, iba al “José Pedro Varela”. Ese año comencé a tener dificultades para ver, me sentaba en la tercera fila, me cambiaron a la segunda, y luego a la primera. Al final, me llevaron a un oculista, porque tampoco veía. Miopía, dijeron, y empecé a usar lentes. Eran tiempos difíciles, pero nosotros no nos dábamos cuenta de nada. En casa no se hablaba de la situación del país, solo sabía que no había más elecciones, que al presidente ahora no lo elegía el pueblo, y que habían sido disueltas las cámaras. Pero nadie me explicaba más que eso, seguramente por temor, se me ocurre. Ese año asumió el presidente de facto Aparicio Méndez, recuerdo que la calle Agraciada (creo que ya le habían cambiado el nombre por “Avenida del Libertador”), estaba llena de milicos. Yo era una buena alumna, tenía facilidad para la matemática. Lo que me acuerdo es que los libros de historia y geografía eran todos blanco y negro, algo así como papel de diario, un poquito mejor. Me gustaba mucho la música, y la plástica. Iba a aprender flauta dulce, pero lo que más me gustaba, era tocar lo que escuchaba, más que leer las partituras. Mi madre tenía un disco de música típica del norte argentino, se llamaba “El arte de la quena”, del autor Uña Ramos. Yo sabía tocar los carnavalitos, solamente de oído, cosa que me acuerdo hasta el día de hoy. También iba a un taller de plástica, donde hacía cerámica y pintaba al óleo. Todos los fines de año, desde que vivíamos en 18 de julio, los pasábamos allí. Siempre me preguntan porque nosotros festejamos el fin de año cristiano, y yo digo que no es un tema de religión, al fin y al cabo, por el calendario gregoriano es por el cual nos regimos para todo, entonces nosotros también podemos festejar. Era muy bonito cuando llegaban las 12, y empezaba la lluvia de luces de bengala y de cañitas voladoras. Desde nuestro balcón se veía todo. En esa época, la gente no salía ni el 24 ni el 31. Me acuerdo que a las 9 de la noche, 18 quedaba totalmente vacía, hasta que después de las 12, se veía movimiento otra vez. Ese año daban la película 2001, Odisea del Espacio, y mi madre nos decía: “En el año 2000 vas a cumplir 34 años, y tu hermano, 28”. Parecía que iba a ser todo como los Supersónicos, no nos podíamos imaginar como íbamos a estar en el año 2000. Nosotros no podíamos veranear en ningún balneario. A veces, los domingos, íbamos a pasar el día a la playa que queda pasando el puente del arroyo Carrasco, llevábamos comida para todo el día. En esa época, no había problemas con la capa de ozono, y uno podía pasar el día en la playa. Teníamos una Peugeot 403, y la cargábamos con sillas y mesas. Durante la semana, íbamos a la playa Pocitos. En esa época, íbamos por la mañana. Tomábamos el 121 en 18 y Juan Paullier, y bajábamos en la Rambla y Avda. Brasil. La vuelta era lo peor, nos bajábamos en Colonia y Joaquín Requena, y teníamos que caminar la cuadra hasta 18, una subida enorme, y a pleno mediodía. Yo ese año ya iba sola a la escuela. Me acompañaban a la parada, y yo me bajaba en Colonia y Carlos Roxlo, sólo la ida.

6. En Turismo de 1977 fuimos a Buenos Aires en auto. Todavía no estaba terminado el puente Zárate-Brazo Largo, así que tuvimos que ir por Paraná y Santa Fe. Conocí el túnel subfluvial, nunca había visto nada similar. Pasar por debajo del río Paraná era algo increíble. El viaje duró dos días, a mi me parecía mentira poder ir a otro país en auto. Hasta ese momento, sólo había ido al Chuy, uno iba a comprar remeras Hering y chocolates Garoto, Yo, toda emocionada, cuando cruzaba la calle pensaba “Estoy en Brasil”. Mis tíos se habían mudado al barrio Caballito, vivían en la calle Hidalgo. Ibamos a ver vidrieras a Rivadavia y Acoyte, caminando. Conocí el parque Centenario, y el Tigre. Me encantó el paseo en lancha, por todos los riachuelos, en el delta. Mucho después, mi madre me contó, que una noche, se oyeron golpes en el departamento de arriba de mis tíos. Al otro día no había nadie y estaba todo destrozado, cuenta. Los famosos operativos de secuestro de la dictadura militar. Unos más, para agregar, a la larga lista de detenidos-desaparecidos. En Argentina fueron muchos más que en Uruguay. Mi madre tenía mucho miedo, por eso nunca nos contó nada mientras fuimos niños, tendría miedo que fuésemos a decir algo de más, y solo por hablar, ya te podía pasar algo. Ella se acuerda hasta el día de hoy del día que agarraron a Sendic, en Maciel y Sarandí. Hasta hace poco estaban las marcas de los balazos en la cortina de enrollar del edificio de la esquina de Sarandi y Pérez Castellanos. En ese tiempo había dictaduras militares en toda Latinoamérica. En Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay, Chile. Y todavía faltaban muchos años para el retorno a la democracia. Yo me acuerdo de las famosas cadenas por televisión, poco antes de las 20 horas, de las Fuerzas Conjuntas, con esa música horrible, y donde mostraban fotos de gente, presentándolos como delincuentes. Yo sabía que los buscaban, decían si alguien sabía el paradero de fulano, de mengano, que avisara. Un día mi madre vio la foto de una vecina del edificio. Se aterró. Poco tiempo después se enteró que por suerte se había tomado los vientos...

Los amigos del barrio pueden desaparecer...
Los cantores del barrio pueden desaparecer...
Los que están en los diarios pueden desaparecer...
La persona que amas puede desaparecer....
Los Dinosaurios.

7. El primer recuerdo que tengo del campeonato Mundial de Fútbol, fue el de 1978, en la Argentina. El tío de mi madre decía, que acá éramos unos chambones, que ni siquiera habíamos lograr pasar las eliminatorias, el año anterior. Ya Uruguay había dejado de jugar bien al fútbol hace rato... Como siempre, salvo raras excepciones como en el 86 y en el 90, vi el campeonato desde afuera... No tenía por quien hinchar.. A mí siempre me compraban la revista Billiken, y me sabía los nombres de los jugadores de aquella época.. Me acuerdo de nombres como Kempes, Luque, Fillol y Tarantini. Yo juntaba un álbum de figuritas que traía la revista y por eso me acuerdo de los nombres. Me acuerdo de la final contra Holanda, porque mi padre hinchaba por Argentina, y cuando hicieron los goles, saltó de alegría. El vivió en su adolescencia en la Argentina durante muchos años, en la época peronista. Mi padre nació en Viena, Austria. Mi abuela paterna, se tuvo que ir de Europa cuando mi padre tenía 7 años, en el año 1939. Primero se tuvo que escapar a Italia, y de allí se pudo tomar el barco, fue el último que salió antes de la guerra. Si no lo hubiera hecho, no estaría hoy contado esta historia. En ese mismo barco vino la familia de mi tía, judíos italianos, pero se dieron cuenta cuando hablaron muchos años después. Ella siempre contaba que apenas llegó, lo anotó en el ”Instituto Crandon”.Cuando iba a la casa de mi otra abuela, siempre me hablaban de cuando vivían en Europa. Eran una familia de siete hermanos, eran de Polonia. Antes de la primera guerra tenían tierras. Vivían en el campo. Dicen que después perdieron todo. Primero se vino mi abuelo, y después ellos. De los siete hermanos, tres, vivían en la casa de Arenal Grande. Estaban marcados, perdieron tres hermanos y a sus padres. Tenían esos álbum de fotos, de color sepia, donde aparecía la familia completa, y la foto que siempre me mostraban era la de tres niños, que eran sus sobrinos, y que, murieron también. Cuando uno va envejeciendo vive de recuerdos. Siempre hablaban en hiddish, entre ellos, y con mi madre. Me acuerdo que escuchaban una audición judía, en Radio América, CX 46, todos los mediodía.

8. En el año 1978, yo fui escolta de la bandera. Es un honor que jamás podré olvidar el resto de mis días. Fui seleccionada, debido a mis buenas notas, de primero a sexto año de escuela. Me enteré a fines de 1977. Tuvimos muchos ensayos, en donde debíamos practicar el cambio de abanderados, los que dejaban sexto, para ir al liceo, y nosotros. Fueron quince días de ensayos, que siempre los recordaré. Durante todo el año yo escolté a mi bandera. Pero un día, tuve el honor de llevar en mis manos, la bandera de los Treinta y Tres Orientales. Ese momento jamás lo olvidaré. Tuve una maestra, en cuarto y sexto año de escuela, a quien yo adoraba. Su nombre es Cándida. Egresé de sexto con la nota sobresaliente. En sexto año, teníamos un sistema de rotación de maestras. La mía era Cándida, pero a la hora de rotar, tenía a Maruja en Idioma Español, y a Lilian en Matemática. Cándida nos daba geografía e historia. Un sistema muy bueno, para irnos acostumbrando al régimen del liceo, donde uno tiene un profesor por cada materia, y no una misma maestra para todo. Una transición. De la escuela al liceo, todo un cambio.



III LA ADOLENCENCIA Y EL ALBA EN MI PAIS Y EN LA HISTORIA

1.

Empecé a entender que estaba pasando en mi país, en 1980. Yo tenía 13 años. En el liceo nadie hablaba de nada, y en mi casa no me habían contado nada hasta entonces, pero hubo un acontecimiento, por el cual pude empezar a entender. En noviembre, había un plebiscito. Lo primero que supe era que había que votar por SI o por NO. SI, para que siguiera todo como estaba, NO, para volver a la democracia. Por televisión solo daban propaganda del SI, mostraban una realidad hermosa, y que habría de continuar votando si. Pero tuve una vivencia, que me marcó. Un mes antes del plebiscito, hubo un acto en 18 de julio. El lema era “Votemos por el NO”. El acto estaba organizado por los blancos, hasta ese momento jamás había oído hablar de partidos políticos, ese era el primer día. La gente llevaba fotos de Wilson Ferreira Aldunate. El acto era en el cine Cordón, pero se llenó enseguida, así que la gente estaba en la calle. Se llenó la cuadra. Cuando el acto terminó, la gente empezó a salir y a caminar. Nosotros estábamos en el balcón. En ese momento, por la vuelta de Martín C. Martínez, aparecieron un montón de milicos a caballo, estaban esperando. Pasaron por encima de la gente, los molieron a los palos. Se metieron con los caballos hasta en la farmacia Lyon, y en la heladería La Cigale, de Brandzen y Requena. Entonces mi madre me tuvo que explicar que era lo que pasaba, me tenía que dar una respuesta.
¡Por supuesto, ganó el NO!

2.

En 1982 hubo una elección. Ganó Sanguinetti. Wilson Ferreira Aldunate y el Frente Amplio estaban proscriptos.
En 1983 el discurso de Candeau en el Obelisco marcó un hito en nuestra historia. Miles y miles desfilando por la Avda. 18 de Julio, la gente no quería saber más nada con dictaduras, marchaban y marchaban, eran tantos que las veredas de 18 no se podían ver, solo un colchón de cabezas y más cabezas.... De la noche oscura que vivió nuestro país en los 11 años de dictadura ya se sentía la presencia del alba, muy , pero muy cerca..
1983 y las cacerolas. Todos los días, a las 8 de la noche, durante media hora todos golpeaban cacerolas, una más de las infinitas manifestaciones de protesta. ¡En todos los balcones de 18 se veían miles, gente unida diciendo basta, basta, basta !

3.

A fines de 1983, Germán Araujo, que tenía un programa en la radio CX 30, hizo una huelga de hambre. Todo el pueblo lo acompañó. La enseñanza estaba con problemas. La gente salió, una vez más, a 18 de Julio a manifestar su disconformidad con el régimen militar. Como siempre, aparecieron los caballos. Cada vez era peor. Esta vez, aparecieron por el medio de la calle. Una pobre señora, estaba esperando el ómnibus en la parada de 18 y Joaquín Requena. Tenía, creo yo, las intenciones de volver a su hogar, luego de una larga jornada de trabajo. La señora tenía dos bolsos en la mano. No pudo ser. La molieron a palos simplemente, por estar parada en esa esquina esperando el ómnibus....

4.

En el año 1984, aparecieron, muy, pero muy lentamente, las primeras luces del alba.

Yo iba al liceo Juan Zorrilla de San Martín (Liceo Número 4). Estaba haciendo sexto de Arquitectura. Nosotros íbamos de uniforme, pollera gris, camisa blanca, y corbata bordeau.

El día del vaquero, no queríamos usar más uniforme, estábamos hartos. Estábamos tan cansados de tantos años de represión, que cualquier elemento obligatorio nos hacía pensar en dictadura. Fue el uniforme, podría haber sido cualquier cosa.

Más adelante, los estudiantes nos rebelamos contra el director del liceo, un tal Velásquez. Le había puesto, injustamente, una falta disciplinaria a un compañero. Inventamos un canto, que decía, algo así como “Abajo, Velásquez, seguí poniendo faltas, que se te va acabar el día”.

En el mes de agosto levantaron la proscripción del Frente Amplio. ¡Podíamos salir a manifestar ! Se podía decir FRENTE AMPLIO y no era una palabra prohibida. Se podía hablar de Zelmar Michellini y de Hector Gutiérrez Ruiz. Se podían pronunciar sus nombres. Se podía ir por 18 de Julio con la bandera tricolor, blanca, azul, y roja. Nadie censuraba nada. Resultaba tan increíble. Fuimos al primer acto del Frente Amplio desde la casa de una amiga del liceo. Fue toda su familia. Ibamos, portando la bandera tricolor, caminando, con un orgullo enorme.... El acto fue en la explanada de la Intendencia. No cabía ni un alfiler. Un momento inolvidable.

Las primeras elecciones en Democracia fueron en noviembre de 1984.La última había sido en noviembre de 1971. El año en que nació el Frente Amplio. No pudo ser en aquel entonces, no pudo ser en 1984. Lamentablemente, no pudimos ganar las elecciones. Y todavía no hemos podido hacerlo.

Once años de impunidad, de noche cerrada, de no poder elegir a nuestros gobernantes. Ellos eran impuestos y no se podía juzgarlos. ¡ Yo tenía 18 años recién cumplidos, y pude votar !

¿ Qué quiero para mi país? Quiero igualdad, que la gente no pase hambre, que no pase frío, que todos podamos tener un trabajo digno. ¿ Es tan, pero tan difícil ? No lo creo así.

5.

Primero de Marzo de 1985. EL RETORNO A LA DEMOCRACIA. Día inolvidable. Podíamos escuchar música en castellano. No se podía creer. Zitarrosa, Viglietti, nuestros. De argentina vinieron Charly García, Nito Mestre, Mercedes Sosa, también cantó Silvio Rodríguez, y Pablo Milanés. No recuerdo todos los nombres. Sé que eran muchos, y la emoción que me embargaba, enorme. ¡La música también era libre !

Había escenarios en distintos puntos. En la Intendencia, el más grande, luego había otro en la plaza del Entrevero. La emoción me embargaba. ¡Podía escuchar música en castellano, y en mi país, y nadie me lo podía prohibir, nadie !

Todos estaban en el exilio. Y pudieron volver. Todos los que volvieron, muchísimos...

Podían vivir en un país libre, en donde nadie nunca más los iba a censurar por pensar en la libertad, en la igualdad y en los derechos humanos.

No más palabras prohibidas, censuradas, robadas, analizando el momento justo para decirlas, ni un antes, ni un después, eso podría ser fatal...

6.

En noviembre de 1986 se votó la ley de Impunidad. Si, para todos los militares. Aquellos que habían torturado, asesinado, y sido capaces de las más terribles atrocidades. Impunidad. Decían, si hay impunidad para los “tupa”, entonces también para nosotros. Y así nomás, el Senado votó la ley de Impunidad.

Yo en ese entonces, comenzaba la facultad de Arquitectura. Mis compañeros estaban juntando firmas para derrocar esta ley, estaban juntando firmas para QUE EL PUEBLO DECIDIESE. Por suerte logramos juntarlas. Nada más. En 1989, el pueblo decidió impunidad para torturadores y asesinos. No puedo ni podré comprender jamás esto. ¿Cómo mi pueblo elige la impunidad para tanta atrocidad ? A veces, a mi pueblo no lo puedo entender.

No puedo entender porqué mi pueblo eligió el amarillo y no el verde. No puedo. Ni podré.

Está bien, pudieron salir en libertad Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro, no pudo ser para Adolfo Wasem, ni para Raul Sendic, si para Pepe Mujica, y Zabalza. Ellos pasaron años en los calabozos escondidos de nuestro país, años de tortura física y psíquica, encerrados en catacumbas como si fuesen animales.

Pero está mal la impunidad para los torturadores.

Sara Mendez, que jamás pudo encontrar a su bebito Simón. Mariana Zaffaroni, Emilia Islas y Eduardo Zaffaroni, Cecilia Trías, Aída, Elena Quinteros, sigo agregando nombres y no me alcanzan los renglones de este libro para escribirlos.


La Mujer Vestida de Reloj


Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiro tristemente, diciendo:

¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?

Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz:

Trátame con cuidado, príncipe.

Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se ira soltando. No ignoro que deseas crecer pronto… Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.

El príncipe, para cersiorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiro un poco mas y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:

Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos?

En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando mas hilo para saber como serian sus hijos de mayores.

De pronto se miro al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados. Se asusto de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así:

Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo.

El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho."

El tiempo se desplaza en un sólo sentido. Y no existen pausas. El tiempo pasa, pasa, pasa.

¿Para?- Nunca. -Quiero Descansar. -No podés, no hay freno. -Pero me hace correr tan rápido... - Cambiá la respiración- ¿Cómo hago?- Es de a poco- ¡No puedo!- Intentalo, de apoco vas a poder- ¡Se me escapa la vida de las manos como los granos de arena del desierto!- Tranquilizate, algo se te va escapar, no podés estar en todo- ¿Y qué hago?-Decidí- ¿Que decida?-Sí, ¿a qué vas a renunciar?-¡No quiero renunciar a nada!- Es necesario.- ¡Pero es triste!-La vida no es un cuento de hadas, tenés que decidir vos, y si no decidís nada, se te va el tiempo- Pero no sé...- Te ayudo- Gracias, no sabía que no se podía todo- Nadie puede todo - ¿Querés ser buena o mala?- ¡Buena! ¿Cómo voy a querer ser mala? ¡Todos quieren ser buenos!- ¿Y a vos qué te importa lo que sean todos¨? ¿Qué querés vos? - Y... no ser un mal bicho- Ah, eso está mejor - ¿Y qué vas hacer para llevarlo a la práctica? - No voy a hacer nada malo - ¡Eso es imposible! Todos hacemos cosas malas - ¿Y cómo se hace para ser bueno? - Digamos que tenés que hacer más cosas buenas que cosas malas- ¿Y no puedo no hacer ninguna cosa mala? - No serías mortal- Voy entendiendo, creí que era tan distino...-¿Qué creías?- Que era más fácil- No, vivir no es nada fácil- ¿Las princesas no viven fácil? - ¿Carolina creés que es feliz? - Es cierto, murió uno de sus esposos, y ahora este último era un chanta, no servía no para avisar quien viene.¡Pero es la mujer más elegante del mundo! ¡Y su hija es la mejor jinete, y más bella!- ¿Y qué tiene que ver eso?- Que la hija de Carolina es muy feliz- ¿Y cómo sabés? - Porque está en todas las revistas, es tan mona y monta tan bien- A ver, ¿como quién te gustaría ser? - Me gustaría ser Angelina Jolie, es preciosa, y además pudo levantarse a Brad Pitt, y además es una buena madre porque tiene hijos de ella pero otros los adoptó, pero no adoptó blancos, adoptó negros,asiáticos- Aha, ¿entonces querés adoptar un hijo? -¡No, no, no! ¿Cómo voy a querer adoptar un hijo? ¡Quiero tener un hijo mío!-Ah, como hablaste de adoptar niños negros- ¡Ni loca! Yo no adoptaría por nada del mundo, andá a saber de donde vienen, quién sabe si no me apuñalan- EStá bien. Bueno, así que me decís que querés tener un hijo- ¡No, ahora no! Supongo que voy tener mis hijos. ¿Cómo voy a tener un hijo ahora? ¿Cómo hago para ir a las fiestas del verano de Punta del Este? - Bueno, entonces, dejame rebobinar, ¿te gustaría tener la cara de Angelina Jolie?-¡Si! Es re mona, y esos ojos, y esos labios - Hm a mi me parece que tiene botox - ¡Y bueno, me pongo botox yo también!-Ah, y me parece que tampoco tiene los ojos tan claros - ¡Qué me importa, averiguo por internet cuál es el color de lente de Johnson & Johnson que usa Angelina y me hago unos iguales!- Ah... - Además, qué cuerpo tiene, yo quiero tener ese cuerpo, y comer tortas todos los días, y tener ese cuerpo- Pero o comés tortas o tenés ese cuerpo - ¿No puedo comer tortas y tener ese cuerpo? - ¡No! ¡Elegí!¿El cuerpo o la torta!-¡El cuerpo, claro!- ¿Y cuando tengas ganas de comer torta? - Me como un ser de frutas cero. - Pero no es tan rico como la torta - Bueno, pero me adapto. - Ah- Bueno, ya me dijiste cómo querés ser de afuera, ¿cómo querés ser de adentro? - Quiero ser buena-Ya me dijiste eso,pero que tipo de buena querés ser? Te cambio la pregunta ¿ qué cosas harías para ser buena? - ¡Ah, así es más fácil! No mataría a nadie. - ¡Eso me dicen todos! Pero vos, ¿qué cosas harías para ser buena? No lastimar a la gente. -Bien- No metir- Bueno, pero tampoco podés decirle a todo el mundo la verdad- No mentir, y sino hacer silencio. -Ah, mejor- Tipo que, si pienso que Flo es falsa, tipo que voy y que se lo digo así de una- Está bien.- ¿Y si oís que Flo le dice a Fla que Maca es la peor y después ves que Flo le dice a Maca que es la mejor? - ¡Le aviso! - ¿Y para qué te vas a meter? ¡Es cosa de ellas? - Bueno, no no digo nada. Pero si un día Maca me pregunta, ahí sí le digo. - Está bien. ¿Tenés novio? - Fah, todavía no- ¿Y Maca , Flo y Fla? - Flo y Fla sí, pero Maca; no- ¿Y por qué ellas tienen y vos no?- Porque son más cool, más copadas, y todos gustan de ellas- Pero vos sos linda, tenés una mirada preciosa - Pero me da vergüenza hablar- Bueno, pero eso se "cura". - ¿En serio? - Bueno, se cura, o si querés no hablás anda, total, si no tenés nada interesante para decir, más vale hacer silencio - Es cierto... ¿Pero por qué a los chicos les gustan más las chicas que hablan todo el tiempo? -- Les llaman la atención, pero gustarles profundamente, desde adentro, a ver, del corazón, no sé si les gustan- Ah... entonces yo podría gustarles sin hablar - Es probable- ¿O sea que no tengo que hacer lo que Flo y Fla para tener novio? - No necesariamente.- Ah, que bueno, entonces puedo tener novio y ser como soy- ¡Claro! - ¿Y por qué no tengo novio entonces? - Porque los de tu edad eso no lo entienden. Fijate en los más grandes. Ellos ven tu corazón, y que querés ser buena, y que no querés matar a nadie, ven antes tu corazón, que tu cuerpo, bueno, ven todo, no te voy a mentir, tu cuerpo siempre lo ven. Pero no es lo que les importe más. - Bueno, pero si tengo lindo cuerpo es mejor- Sí, es mejor- ¿Y yo tengo buen cuerpo? - Si, es un cuerpo proporcionado - Si, pero Flo y Fla tienen la cola redondita y todos las miran y yo tengo una cola muy pequeña y nadie me mira - Todos las miran porque están mirando su cola, pero cuando te miran a vos, no te están mirando la cola, te están mirando a vos- Ah... es mucho más lindo- ¡Claro!- ¡La verdad es que todo lo que me dijiste me cambió toda la vida!- Me alegro mucho, entonces ¿qué estás esperando? Acordate, atrapá los momentos- ¡Gracias!

Anna Donner Rybak © 2011

La Mujer de Hielo


I.
Hora 6.50 A.M. Despierto, sin despertador, con un reloj interno en mi cerebro, como todas las mañanas. Enciendo el Televisor. Quedan 10 minutos de CNN, y comienza Telemundo en 'La Tele' (ex canal 12). Debo saber el pronóstico del tiempo: Llevo o no paraguas? Hará un frío glacial y deberé ponerme tres sweaters uno encima del otro? O estará húmedo y mejor no debo de abrigarme demasiado y entonces no usar botas largas? Dilemas existenciales, además de ver los titulares, ahora que terminó el Mundial, pasamos a los debates acerca de la ley que permite adoptar a parejas homosexuales, más que nuestra vecina Presidenta acaba de aprobar (claro está por snobismo) una ley que permite el casamiento de los homosexuales. Claro que no lo hace por sentimiento. Sino porque Argentina pasará a la historia como el Primer País de América Latina que aprobó la Diversidad. Pura Fachada Doña K. Pero la noticia Protagonista Absoluta en estas fechas es el Frío Polar que azota la Región. Y vaya si lo es. No recuerdo un invierno tan helado como este.

Hora 7.30. Irremediablemente, debo levantarme, qué frío! Entre pitos y flautas, ducha caliente, vestimenta, desayuno, y afines, 8.40 logro salir rumbo a mi preciada Oficina.

Esta mañana, es la más Fría. Intento sacar una mano de por debajo del acolchado y no puedo, se me congela. Nunca antes me había sucedido tal fenómeno. Pero, paso por sobre mi cadaver exquisito, y logro cumplir el Ritual Matinal, y salir a la calle. Me atraviesan heladas ráfagas, a pesar de los sweaters, tapado, botas, el frío se me hace una aguja que me perfora completamente. No obstante, prosigo mi marcha. Doy un paso, camino media cuadra, camino otra cuadra, y de repente, cuando intento mover el pie que quedó detrás tomo conciencia de que estoy inmovilizada. Es entonces, que trato de mover los dedos de la mano. Lo mismo. No hay duda. Quedé congelada en el medio de la acera. Me observo. Ya no tengo colores, soy una estatua de hielo.

II.
Voy tomando conciencia de mi cuerpo. Poco a poco, el hielo se va haciendo agua, y voy recuperando movilidad. Es entonces que me observo. Estoy vestida con una falda azul marino, camisa celeste, corbata azul, sweater azul, la falda está bastante por encima de mis rodillas. Estoy caminando por Minas hacia 18 de julio, acompañada de mi mejor amiga, y nos dirigimos a 18 y Minas para tomar el ómnibus, o el Troley. Estamos agotadas. Hoy tuvimos clase con Rubinstein Moreira, luego con Wadad Akiki, además no nos habían devuelto las hebillas, que a la entrada la Nueva SubDirectora se había encargado de recolectar, porque no eran color azul marino. Me detengo. No comprendo si esa noche soñe que estudiaría Análisis de Sistema, que me casaría, que tendría dos hijas. Seguro que soñé acerca de mi futuro.

III.
Vamos a la casa de mi mejor amiga, pasamos de toda la tarde estudiando una, y las restantes dibujando respectivos corazoncitos, de nuestros amores imposibles, pero nos conformábamos con escribir SU nombre! En todos nuestros cuadernos! Pensamos qué nos pondremos para el baile del sábado en el Liceo X. Seguramente, haremos lo que todos los sábados: Cada una de nosotras seis, llevará lo que tiene, haremos una gran montaña, y luego c/u elegirá. Nos maquillará la hermana de mi amiga, a todas en fila.

IV.
Me eligen para el coro. No quiero estar ahí. Por qué yo tengo que estar y a las otras no las eligen? Disimulo la voz. Canto mal a propósito. Con tan mala fortuna que me mandan a los tenores, yo era soprano, quise hacer la voz más grave, y marché.

V.
La Profesora de Astronomía nos lleva al Planetario. Se compenetra toda explicándonos todas las constelaciones, qué aburrimiento. De allí vamos a la casa de mi mejor amiga. Subimos a la azotea y miramos el cielo estrellado. Ese día pienso: Qué felicidad, tengo toda la vida por delante! Un porvenir virgen me aguarda!

VI.
En el Informativo vemos en la casa de la prima de mi mejor amiga, que Argentina le declaró la Guerra a Inglaterra. Vemos los tanques entrando a Port Stanley, miles de pibes, mejor dicho, miles de niños, algunos ni siquierra tenían barba. Miramos absortas. El Dictador era ovacionado en Plaza de Mayo.
Inglaterra se mantiene tranquila. Tanques argentinos, siguen llegando a Port Stanley. El Dictador vaticina la Victoria. Recobraría la soberanía de las Islas que habían sido usurpadas por Inglaterra. Es entonces que al día siguiente los aviones de la Dama de Hierro los hacen puré a todos. Han caído en una trampa. Muchos mueren. Otros, quedan locos.

V.
Estoy sentada frente a la computadora. Hace unos días comenzaron a aparecer todos de golpe todos mis compañeros del Liceo. De la mayoría no había tenido noticias desde hace más de veinte años. Sólo nosotras Cuatro. Iban apareciendo, eran ellos, ayer habíamos tenido que ir al Planetario, y Hoy nos veíamos en Facebook, y cada vez aparecían más, y entonces nos contemplábamos nuestras respectivas fotos, y el -Estás Igual!- o el -Qué emoción!, A qué te dedicás?, Tenés hijos?, Te casaste?, Te separaste?, Vivís en Uruguay?- y así fue nuestro viaje por el Tiempo y el Espacio.
Las estrellas son la únicas que permanecen inmutables, ayer las vimos en la casa de mi mejor amiga, ayer fuimos al Planetario, ayer tuvimos Astronomía.

Anna Donner Rybak © 2010

La Mujer Rota


Tu ayer fue con lápiz
Pasible de ser
Borrado
Re.trazado
Retratado.
Hoy con acuarela
Insinúas,
Con tinta china
Afirmas,
Con rapidograph,
Confirmas,
Con oleo pastel,
Pides,
Con témperas fluorescentes,
Gritas,
Clamas
¡Denuncias!
Trazas La línea
Una vez más la trazas.
La última es
Segmento de recta
Y ante un porvenir
Porvenir virgen
Aguardas.
Con sorpresa,
Misterio,
Miedo,
A las incertidumbres
Vaticinadas en
Tu futuro.
No eres la misma
Nada es lo que era
Nada queda
Que al descubrir
Te sorprenda
Tan solo
Los fuegos fatuos
De la Nada.
Desesperas,
Todos se han ido,
Momentos,
Instantes Perfectos,
Sólo te acompaña
El hastío
Costumbre
Rutina,
Te han abandonado
Las sorpresas.
Lúcida implacable,
Ahora tienes
Certezas que matan,
Angustias de saber
Que por hacer
No queda nada.
Eres
Soledad
Pura
Dura,
Sólo te quedan
Tus monólogos.
Tu desolación Muda.
Lo que queda de tu día
Cuando ya no queda
Nada.
Anna Donner Rybak © 2011

No te Vistas que no Vas


Puedes vestir
De sabiduría
De autenticidad
De inocencia
De éxitos
De fama
De ¡winner!

A la noche
Vistes tu pijama
Colgando tus vestidos
De sabio
De auténtico
De exitoso
De famoso.

Te vistes y no vas,
Ignoras
Cuando vas,
Todos
Fueron y vinieron.

No entiendes los gritos
De tu paupérrima autoestima
Quieres callarlos,
Bajando a Todos
Del ficticio pedestal.
(Mas los gritos
Siguen sonando).

Dudas,
Y no te viene en gana,
Amigo de Dios
Amigo de Satanás
Decides
Según los colores
De tus vestidos.

Pero un día llega el viento,
Arrasando
Con todos tus vestidos
Y estás desnudo,
Y eres nada.

Eres ignorancia,
Eres farsa,
Eres maniqueísmo,
Eres fracaso,
Eres invisible
Eres un “looser”
¡Maldito cobarde!

Anna Donner Rybak © 2011

La Mujer Vestida de Negro


-Ella vive en una burbuja. ¿Acaso eso es normal?
-No sé.
-¡No habla con nadie! Es antipática. Se cree que sabe todo.¡Y los demás no sabemos nada!
-Quizá no sea antipática sino tímida…
-¡Habla mucho!
-¿Habla mucho o no habla con nadie?
-¡Es una perseguida! ¡Cree que todos están contra ella! ¡No es igual a los otros, no es normal!
-¿Cómo es “ser normal”?
-¡Normal! ¡Como son todos!
-¿Cómo son todos?
-¡Normales!
-No te entiendo.
-¡No hace lo que hacen todos!.
-¿Y qué hacen todos?
-¡Lo normal!
-¿Cómo qué? ¿No es normal porque “habla poco”?
-¡Y sí!
-¿Y no será que prefiere callar porque no tiene nada que decir?
-¡Siempre hay algo para decir!
-¿Siempre?
-El día, el cielo, la moda, ¡miles de cosas!
-¿Y si a ella no le interesan esas cosas?
-¡No existe alguien a quien no le interesen esas cosas! Bueno, si existe alguien así no es normal.
-¿No dijiste que ella habla mucho?
-¡Claro!
-¿Y cuál es el límite?
-No te entiendo.
-Me refiero, a cuánto y de qué hay que hablar para no ser “loco”, o como vos decís, para ser normal.
-¡Y lo normal! Aparte ¿viste lo que dicen todos?
-No…
-Ella no hace las cosas que se hacen…
-¿Qué cosas son las que “se hacen”?
-¡Las cosas!, los mandados, la comida, yo siempre estoy a mil, ¡no doy abasto!, llevo a Bebe al futbol, a Loli a hockey, y mientras tanto voy; estaciono en doble fila, y compro lo que haga falta. Hoy voy a hacer tarta de alcaparras, porque al Gordo le encanta, y las alcaparras me salen más baratas en la calle Arenal Grande, así que, en diez minutos hago la compra.
-¿Dijiste que estacionás en doble fila?
-¡Son diez minutos!
-¡Pero se arma un lío bárbaro con los bondi que pasan por ahí!
-¡No se van a morir!
-¿Y vos?
-¿Yo qué?
-¿Te vas a morir si estacionás a la vuelta y caminás unos pasos? Después te pesás cuatro veces por día…
-¡Qué tiene que ver!
-No sé…
-Mirá, ¡yo estoy a mil!, mientras espero la hora de salida de Bebe y Loli hago los mandados, y después en el anca de un piojo, los voy a buscar, ¡y los llevo al inglés!
-¿Y?
-Y bueno, mientras están en el inglés, voy un momentito a casa y saco las alcaparras, porque dicen que si las dejás 14 minutos y 20 segundos al aire fresco y luego 3 minutos con un poquitito de nuez moscada, quedan bárbaras, y las probé y al Gordo le encantan. Mirá si ella le va hacer alcaparras a él, que trabaja todo el día, y viene cansado, ¡ella no hace Nada!
-¿En esa casa no comen?
-Comen todos los días lo mismo.
-Pero comen.
-Pero todos los días o pasta, o milanesas con tomate, o panchos con ensalada rusa, omelette de queso.
-¿Y eso no es comida?
-¡Ah! ¡No vas a comparar “eso” con las alcaparras que le hago al Gordo!
-¿Por qué?
-¡Dejá! Yo al Gordo le hago la comida fresca y cada día, ¡no vas a comparar lo que lleva hacer la comida fresca con comprar todo en el súper!
-Mientras en su casa haya algo para comer, no veo la diferencia.
-¡Cómo que no ves la diferencia! ¡Así que viva! ¡Es una papa!
-¿Y qué tiene de malo que sea “una papa”?
-¡Que le importa un rábano el marido, los hijos! ¡Sólo le importa ella! Todo el día con esa tontería de ser escritora…
-¿Tontería?
-¡No vas a comparar estar todo el día escribiendo con estar a mil como estoy yo!
-Pero ella escribe cosas interesantes.
-Mirá, serían cosas interesantes si eso le hiciera ganar algún manguito, pero así no.
-¡Ella trabaja también!
-¡Qué viva! Un trabajo donde está muy cómoda.
-¿Lleva o no lleva divisas a su casa?
-¡Lleva porque todos los funcionarios públicos son flor de vivos, no hacen nada y tienen siempre un sueldón seguro.
-¡No todos son iguales!
-Y todavía después de estar cómodamente “trabajando”, escribe pavadas.
-¿Por qué pavadas?
-¡Ya te dije! ¡Porque no gana un puto peso con eso! Si me dijeras John Gray… bueno, eso es otra cosa.
-¿John Gray no escribe pavadas?
-¡Obvio que no! Se hizo millonario con “Las Mujeres son de Marte y los Hombres son de Venus”. Pero a ella, ¡la mitad de los cuentos son unos divagues, no entiendo nada! Y sino, pierde el tiempo discutiendo y publicando columnas políticas, y después se engancha con eso y ¡claro! Se compenetra tanto que se va volver loca, si ya no lo está.
-Pará. ¿Y vos?
-¿Yo qué?
-Vos tenés una buena vida.
-Sí, bueno, ¡estoy a mil todo el día!
-No me refiero a si estás a mil, me refiero a que acá estás tranquila.
-No entiendo.
-¿No se te da por pensar que un día puede estallar la tercera guerra mundial?
-¡Dejate de estupideces! ¡Si todos nos fuéramos a preocupar por el mundo, nos terminamos suicidando!
-¿Te olvidás de cómo llegaron tus abuelos a este país?
-Sí, llegaron y se pusieron a trabajar, y yo hoy bueno, no trabajo pero cuido a mis hijos,¡estoy todo el día a mil!
-¿Y qué pasó con tus tíos abuelos?
-¡Dejá! Gente que no conocí, sería un masoquismo preocuparme por unos tíos abuelos desconocidos.
-¿No te jode que los hayan matado?
-¡Y bueno, esa época fue la que les tocó vivir!
-¿Y no te importa?
-¡Eso ya pasó!
-¿Y si pasa de vuelta?
-¡Dejá el masoquismo! ¡Esas son pavadas!
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-¡Obvio!
-¿Vos mirás el informativo?
-¡Ni loca! ¿Para deprimirme?
-¿Vos sabés que pasa en el mundo?
-¡Ufa! ¡Otra vez con lo mismo! Mirá, me importa un bledo lo que pasa en el mundo, siempre hay una “guerrita”, siempre fue así.
-¿Y no creés que vos podrías hacer algo para cambiar eso?
-¡Claro! ¡Yo voy a venir con naves voladoras, y mil marcianos y voy a conquistar el mundo! Ahora que me acuerdo, en uno de los cuentos había tipos raros que tomaban sustancias y un montón de estupideces, me parece que se olvidó que ya no está para escribir sobre las chicas superpoderosas. Pero te digo, está tan loca, que no dudo de que se cree una chica superpoderosa. Se cree una de ellas. Si se dedicara a las cosas normales, y no a las pavadas, no estaría tan loca. ¡Despertá! La tipa es un ente, ¡le importa un rábano todo! El otro día me quería morir de la vergüenza, le dijo a Sarita que todo lo que hablaba eran pavadas. Sólo una loca puede decir eso en público, tá, te acepto que lo piense, pero ¿cómo la va tratar de estúpida a Sarita? ¡Lo que pasa es que todos son estúpidos! Sólo una loca le dice a otro que es un estúpido. Una persona normal no va diciendo las bestialidades que dice esta tipa.
-Sí, tenés razón, ¡ella no es normal!
-¡Viva viva, descubriste América!
-Bueno, me voy que ya está por llegar El Gordo, y te tengo entretenida.
-¡No es nada! Mientras hablo contigo por teléfono, ya saqué el pollito del horno, puse la mesa, ahora voy en un periquete y busco a Bebe y Loli.
-Te corto, ché, estás a mil.
-Si la verdad es que estoy a mil. Si querés llamala a ella, que seguramente tiene todo el tiempo del mundo, ¡ja ja!

Anna Donner Rybak ©2011

La Mujer Vestida de Verde


“¡No podés seguir siendo tan egoísta! ¡Sólo pensás en vos! ¡No hacés las cosas que hacen todos! ¡No se te puede decir nada! ¡Sólo sacudiéndote parece que te entran las cosas! ¡Sos mala madre! ¡Sos antisocial! ¡Sos antipática! ¡Te pasás encerrada en una burbuja! ¡Tu vida es un desastre! ¡No ves que ya nadie te soporta! ¡Ya nadie se anima a decirte nada porque lo vas a tomar a mal! ¡No podés quedarte todo el día quieta llorando por tus tristezas! ¡Tenés que hacer cosas! ¡Estás dando una imagen nefasta a todos quienes te rodean! ¡Lo único que hacés es confirmar lo que todos opinan! ¡Das lástima! ¡Te gusta que tus hijos tengan una madre de la que todo el mundo piensa está loca! ¡Ya todos están cansados de vos!”

Esa voz todo el tiempo. Victoria la conoce desde que ha nacido. Antes, los rezongos eran diferentes, cuando fue niña, eran rezongos para niños, como el de ser la responsable de que su hermano pereciera bajo un aloe en una plaza, porque se había puesto a gatear, como todos los niños de esa edad hacían, y jugaban al túnel bajo la planta. Pero la madre de Victoria, lo había encomendado a su cuidado. Victoria, estaba en la plaza, cuando vio desesperada que su hermano pequeño había hecho la travesura de meterse con todos los demás niños en el laberinto de aloe. Fue entonces que le avisó a su madre, quien por supuesto, después de ir desesperada a sacar al menor, rezongó a Victoria de todas las formas posibles.

Aquellas voces, si bien primero fueron pronunciadas por su madre, luego, siguieron hablándole a Victoria. Ella se sentía culpable. Su hermano, le había explicado la madre, podría haber perecido en el laberinto de aloe picado por una araña, o quizá también podría haber sido mordido por una culebra.

Desde pequeña, Victoria sabía lo que significa cuando el juez dictamina “Culpable”.

Lo traía tan grabado a fuego, que parte de esas voces dictaminadoras de veredictos se instalaron en su inconciente desde pequeña para nunca más retirarse.

A medida que Victoria crecía, los veredictos se iban adaptando a aquellos cambios, pero lo cierto es que Victoria nunca supo lo que era la vida sin la presencia de aquellas voces.

El incidente del aloe fue tan traumatizante, que ella lo toma como la presentación de estos señores de toga negra, que habían llegado para instalarse en los confines de su conciencia, y acompañarla de por vida.

Desde entonces, convivió con ellos. Cada paso, decisión, acción que tomaba Victoria, era juzgada apenas unas décimas de nanosegundo a posteriori por los inquisidores de su conciencia. Victoria les había pedido que se retiraran, pero no lo ha logrado hasta ahora.

Han pasado treinta años, y, como otrora, esas voces, siguen hablándole.

Muchas voces le hablan a Victoria. Las reales, de sus afectos más cercanos, y las otras, las que más daño le hacen, las de la conciencia, allá en esa zona que casi toca los límites de la Nada, o inconciencia, si se lo prefiere.

Claro que quienes juzgan a Victoria, no pueden ver más allá de la capa del cráneo. Es por ello que Victoria, les ha explicado, por cierto sin éxito, qué sucede a niveles de su conciencia.

Las vivencias de Victoria son tan increíbles, que precisamente eso resultan a quienes se las cuenta: increíbles, exageradas, ridículas, dominables.
Le dicen a Victoria, que puede hacer algo con aquellas voces para callarlas. Pero la gente no entiende que las voces del inconciente son muy poderosas.

No siempre las voces de su inconciente le señalan sus “mitad de vaso vacía”, otras, le recuerdan que si no respira se morirá irremediablemente, otras, también le recuerdan que su presente es tan efímero, como eternos su pasado y su futuro.

Lo cierto es que cada vez que alguna de esas voces le habla, Victoria queda paralizada. Es la primera reacción de una cadena de fenómenos muy displacenteros, que sólo ella sabe. Luego de la parálisis viene una suerte de desesperación ante su impotencia de callarlas; entonces las voces le hablan más rápido, y más intenso, lo cual conlleva a Victoria a pensar, aunque sea por un período corto en el tiempo, que quizá sea sólo la Muerte quien tenga el poder para enmudecerlas. Luego Victoria se sume en un nudo de angustia, y de ansiedad, que ocupa toda su atención, y no le queda porción alguna para dedicar tiempo a ninguna otra tarea, su microprocesador está a full, y todo lo demás está en cola de espera. Inmediatamente viene la etapa de un dolor que la va quemando, y luego es que Victoria puede aliviarse mediante una catarata construida con todas sus lágrimas encadenadas. Los ojos le quedan en llamas, la cabeza le estalla, y luego de todos esos fenómenos inmanejables, Victoria, poco a poco retoma contacto con su realidad.

Todo el mundo le dice a Victoria que no puede quedar paralizada, y que espera que haga “algo” para contrarrestar sus lágrimas, inamovilidad, y tristeza. Ella dice que no puede, pero nadie le cree.

Victoria está medicada para que esas sensaciones displacenteras no le sean tan agobiantes, y eso ha cambiado sustancialmente su calidad de vida; fue ese el instante en que le presentaron a Siesta, Paz, y Conciliación del Sueño.

Su vida mejoró sustancialmente, pero lo cierto es que nadie sabía que Victoria no conocía a ninguna de ellas, por lo tanto no se dieron cuenta de nada.

A partir de entonces todo el mundo creyó que esas medicinas eran las culpables de la burbuja de Victoria.

En ese orden de los acontecimientos, ocurrió que un día, un pariente de Victoria, le consiguió una entrevista con el especialista más caro del mundo.

El Dr. Di Prac había creado una de las terapias más modernas para el manejo de los trastornos de personalidad. Y quienes rodeaban a Victoria, entendieron que quizá aquella era la única esperanza de salvarla.

(Aunque ellos no entendían que Victoria aceptaba su destino y no quería dejar de ser quien ella era).

Aquella tarde, Victoria tuvo una primera cita con el Dr. Di Prac.

-Dr. Di Prac, tome asiento.
- Victoria, mucho gusto.
- Victoria, descríbame los síntomas de su trastorno.
-Siento desesperación, ahogo, y un miedo infinito a la pérdida del control.
-¿Y Ud. recuerda cuándo aparecen esos episodios?
-No, Dr. Eso es justamente lo más terrible, no existe un patrón, ni causa. Desde hace treinta años que analizo, sabe, soy una tipa super analítica, analizo hasta cuando un mosquito se muere.
- Victoria, responda a mi pregunta.
-El Miedo que siento es porque los episodios pueden aparecer en cualquier momento, y no importa qué esté yo haciendo, puedo estar en una playa del Caribe, disfrutando del agua turquesa, y aparecen.
-Y lo que más la agobia, Victoria, es no tener el control de cuándo aparecen, corríjame si me equivoco.
-En absoluto, Dr. Ese es el Miedo que he sentido desde pequeña, y me acompaña siempre.
-Verá, Victoria. Evidentemente, los procesos de nuestra psiquis van más allá de nuestro control, y es correcto su temor. Dicho de otro modo, Ud. de modo voluntario no puede hacer nada con sus episodios.
-Lo sé.
-La medicación, Victoria, disminuye esas sensaciones displacenteras de terrores y miedos, y por eso es que ahora Ud. está pudiendo dormir, y relajarse más. Pero no es suficiente.
-No.
-¿A qué me dijo que se dedica, Victoria?
-Soy artista.
-Bien. La vamos a operar pasado mañana. Le voy a explicar el método Di Prac.
-Confío plenamente en Ud. Doctor.
- Victoria, el método Di Prac, consiste en colocar una especie de marcapasos encefálico, el cual trae un control para cambiarlo de modalidad. Es decir, cuando Ud, Victoria, prenda el aparato, ciertas sustancias inhibidoras de su psiquis se activarán, y entonces, mediante esta moderna técnica, Ud. finalmente podrá cortar esos episodios, simplemente activando el dispositivo.
-¿Pero y qué sucederá con mis ideas?
-Sus ideas no corren peligro alguno, cuando usted sienta que el episodio culminó, desactive el dispositivo, y verá como queda “parada” en el instante inmediatamente anterior al episodio.
-¡Suena maravilloso, Doctor! ¡Al fin seré normal!
-Así es, Victoria.

Al cabo de un mes, Victoria se sometió a una intervención quirúrgica, que duró cuarenta y ocho horas. Intervinieron diez cirujanos, y más de treinta anestesistas, y otro tanto de asistentes. Todo el equipo coordinado por Di Prec.

Una semana estuvo Victoria en estado de inconciencia. Luego de permanecer en la clínica dos meses en observación, una mañana Di Prec le dio el alta.

A Victoria le costó dos meses readaptarse al mundo que había dejado, volver a sus rutinas, relacionarse con sus pares, realizar su trabajo, y seguir escribiendo.

Pasó el primer mes, y ningún episodio se presentó. Entonces, Victoria, comenzó a aflojar sus tensiones, de a poco comenzó a poder tolerar aquellas conversaciones frívolas que otrora tanto la fastidiaban, y con ese fenómeno nació una simpatía en ella, era capaz de hablar como los demás, de participar de cualquier tipo de oratoria, sin ponerse nerviosa, ni tensa.

Poco a poco fue encargándose de aquello que todo el mundo le había reprochado, comenzó a tener la capacidad de organizar sus días, de administrar su tiempo, de poder aprovechar el día para que nadie dijera que ella no hacía “nada”.

Victoria seguía trabajando, pero antes de partir a la oficina, se ocupaba de su casa por completo: en dos horas, Victoria limpiaba los vidrios, lavaba los pisos, planchaba la ropa, cosía los pliegues de las cortinas si estaban caídos.

-¡Ahora tenés una casa normal!- decían todos los parientes y familiares. -¡Cómo brillan los pisos!, ¡Hacés comida casera!, ¿viste Victoria que no eran tan difícil?

Sucedió que Victoria se ocupó tanto de las tareas se le imputaban en el debe, que poco a poco dejó de escribir. Claro que pocas personas repararon en ello, todos celebraban su “curación”, su “entrada al mundo de los normales”. Sí que apreciaban lo limpia que estaba la casa, se apiadaban de Victoria, y le decían: -¡Qué cansada que estás! ¡Trabajás todo el día y te da el tiempo para todo! ¡Sos una mujer admirable!

Y tan fructífero fue el tratamiento del Dr. Di Prac, que su ex marido y padre de sus hijos le dijo a Victoria: -¡Ahora sí quiero volver a estar con vos!- , y a su vez toda su familia política anhelaba ese final feliz: Victoria y su marido juntos, y sus hijos. Nuevamente la familia.

Victoria estaba tan feliz de ser valorada al fin por aquella gente, que incluso se convenció de que siempre habían tenido razón: Ella no había sido buena madre.

Victoria tenía puesto a Di Prac en un pedestal. Gracias al él, nadie la señalaba con el dedo, sólo recibía elogios y alabanzas.

Victoria sentía que al fin era normal, igual a los demás, que era “eso” que siempre los demás habían esperado que ella fuera, y antes no podía, pero ahora, sí.

Victoria había vuelto con su ex marido, era alabada todos los domingos por los almuerzos familiares, y su espíritu de colaboración.

Pero ninguna de aquellas personas reparó que Victoria hacía mucho que había dejado de escribir. Incluso aprobaron con creces el que Victoria hubiera entrado en razón, y decidiese finalmente vender su piano, ¡había entendido que ocupaba espacio al pedo!, como su flamante marido siempre le había dicho; con quien se había vuelto a casar hace unos meses.

Victoria en su nuevo rol social, hacía relaciones públicas con los padres de los amigos de sus hijos, participaba de los eventos, había logrado gracias a Di Prac, y su cirugía, ser la que todos querían que fuera.

Cuando Victoria ya comenzaba a olvidar la palabra “Episodio”, una tarde, aquellos síntomas aparecieron. Victoria, quedó paralizada.
En estado de trance.
Fue entonces que tomó el dispositivo, que siempre llevaba consigo, y no lo dudó; lo activó de inmediato.

Tal cual le había pronosticado Di Prec, el episodio se esfumó. Inmediatamente estuvo tranquila, y entonces, mandó hacer un cuadro del mentado galeno, el cual colocó en su living, y para rendirle el justo homenaje que Di Prec se merecía lo colgó en la pared que antes ocupara el piano.
Era un óleo gigante, que Victoria había mandado a hacer por encargo.

Tiempo después, Victoria cayó en la cuenta de que hacía muchos años que no escribía, no cantaba, no se deleitaba con sus bandas de rock preferidas, no se “volaba”. Fue entonces que intentó retomar contacto con aquel vuelo: tomó un papel, y una birome. Otrora, en menos de un segundo, mil ideas hubieran bullido, se hubieran peleado entre sí para ver cuál era plasmada en el papel primero.
Pero ahora, nada.
Intentó hacer referencia a los temas que solían acaparar todos sus días, en los cuales los demás le increpaban de su “adicción”, el humor, la política, la poesía.

Nada. Ni una letra. Victoria se había quedado sin ideas.

Fue entonces cuando decidió consultar nuevamente a Di Prac.

-¡Qué bien se la ve, Victoria! ¿Qué la trae por acá?
-Verá, Dr. Ya no tengo más episodios, mejor dicho, tuve uno, pero usé el dispositivo y funcionó a la perfección.
-¡Vio! Yo le dije que era infalible.
-Pero ahora, Dr. lo consulto por otro motivo. ¿Ud. recuerda que le pregunté cual sería el futuro de mis ideas?
-¡Por supuesto!- dijo Di Prac – Sus ideas permanecen en el mismo estado, nuestro dispositivo no altera la naturalidad del creador.
-Dr., yo ya sabía eso, pero me sucede que hace un mes que intento escribir, y no puedo plasmar vocablo alguno.
- Victoria, Ud. debe tener paciencia, ya sabe que en lo que concierne a procesos de la psique, trabajamos a ensayo y error, no es como un resfrío, que Ud. toma “Sinutab”, y en dos horas se descongestiona; esto es diferente.

Victoria siguió los consejos de su mentor. Lo cierto es que en su hogar todos eran felices, ella había recuperado con creces la imagen de buena madre que todos le imputaban, sus hijos ya se habían casado, su esposo estaba tranquilo.
Tranquilo, pero Victoria notaba que él seguía siendo infeliz.

Al tiempo de su segunda visita a Di Prac, Victoria tuvo un segundo episodio. Nuevamente y con tranquilidad, activó el dispositivo. Igual que la vez anterior, el episodio pasó como la velocidad de la luz.

Cuando Victoria intentó peinar su larga cabellera, al pararse frente al espejo de su dressoir, constató que su piel estaba verde.
Quiso creer que era cosa de ella, por lo que llamó a su esposo, quien apenas entró en el dormitorio le recriminó: -¡Qué te hiciste! ¿Estás loca? ¡Tu piel está toda verde! ¿O ahora querés casarte con Shrek? ¿Querés ser Fiona?

Al día siguiente, Victoria fue a consultar a Di Prac.

- Victoria, le juro que ninguno de mis pacientes presentó estos síntomas. Pero quédese tranquila, yo voy a hacer unos contactos con el exterior. Venga a verme la semana que viene.

Acto seguido, Di Prac sacó su recetario para la farmacia, y realizó unas anotaciones. Cuando le entregó aquellos papeles blancos, Victoria le dijo:

-Dr. Di Prac, ¿me está recetando la última base de Maybelline?
-Le estoy recetando un set completo, cremas, bases, polvos, y spry autobronceante. Pero no se preocupe, es para estos días. Vaya tranquila, que yo soy amigo del dueño de San Roque. En la receta que se lleva tiene indicadas diez unidades de cada producto.

A la semana siguiente, Victoria tocó timbre en el consultorio de Di Prac.
Varias veces tocó para cerciorase de que no había nadie.

Llegó a su casa, y discó su teléfono.- “Este servicio ha sido dado de baja”- respuso un contestador. Entonces llamó a su celular. -“El teléfono ha sido cambiado” – repuso la misma voz.

A la tarde, cuando llegó su esposo y la vio con esa magnitud de productos de belleza, dijo, indignado:

-¿Otra vez te estás revocando? ¿Por qué insistís en ponerte base verde? Me equivoqué, seguís estando loca. Nada más que antes, querías ser escritora; ahora, se te dio por pintarte de verde.

Anna Donner Rybak ©2011

La Mujer Vestida de Azul


Aquel día la mujer vestida de azul vio en el segmento de recta apenas un sombreado. Era tenue, pero no había caso; se notaba. Quizá había provenido de alguna tinta de otro plano de su rotafolio que aún estaba fresco, y ella creyó ya seco. O quizá un rapidograph que había desbordado por haberle cargado demasiada tinta.
Inmediatamente, pasó corrector sobre la zona del borrón. Ella debía entregar el plano y no quedaba prolijo un segmento de recta con una mancha o borrón. Por más que en el plano había miles de segmentos, si uno de ellos tenía un borrón, el plano quedaba desprolijo. Es el detalle del dibujo técnico.

La mujer vestida de azul siempre tuvo poca paciencia para el dibujo técnico. Su pulso nunca funcionó del todo bien, le temblaba la mano, y jamás podía lograr que la regla “Té”, y las escuadras, en ángulos rectos, dibujaran una puta línea sin algunos milímetros o centígrados de desvío.

Le estresaban aquellas exactitudes. No le ocurría lo mismo con el dibujo al natural, allí como pez en el agua salía con su tabla de cuarto Wattman, y recorría la ciudad para cumplir con el cronograma de croquis que le había puesto la profesora. En dos semanas tuvo que dibujar La Rambla de Pocitos, El arroyo Miguelete, La Facultad de Arquitectura, La Facultad de Ingeniería, el Puerto del Buceo, y aquellos croquis no debían dejarle la más mínima duda al espectador de qué barrio, lugar y edificio se trataba.

La mujer vestida de azul manejaba la perspectiva como los Dioses. Hacer un croquis, era una fiesta. Marcaba el foco, la línea del horizonte, y a continuación diferentes semirrectas partían del foco, y la base de la perspectiva ya estaba lista. Con esa estructura, ya tenía la garantía de que el foco era correcto, y las proporciones las adecuadas.

Podía estar un día entero sentada en el murito de la rambla, retocando edificios, ventanas, calles, automóviles, transeúntes, y no se daba cuenta del paso del tiempo.

La mujer vestida de azul era buena haciendo croquis, no había caso. Lástima que se le perdió la carpeta. Fue un día en el que se le ocurrió enmarcar aquellos dibujos tras cristales, y comenzó con una búsqueda incansable. Aún los busca.

Tan buena era croquizando como mala en el dibujo técnico. No, pensándolo mejor no era mala, simplemente no le daban ganas de hacerlos perfectos, como a los croquis. Los planos los hacía lo más rápido posible para sacárselos de encima, y le importaban poco los detalles minuciosos que definían la calidad del dibujo.

Sin embargo, aquel plano, le jugó una mala pasada. Al día siguiente de haberle aplicado el corrector, se burló de ella, el borrón estaba olímpico, y menos difuso que el día anterior. Quiso creer más en su estupidez, y que nuevamente ella lo pudiera haber ubicado en la carpeta de los otros y que nuevamente se hubiera manchado.

Nuevamente, repitió la operación del día anterior. Mediante la aplicación del corrector, se cercioró esta vez de que efectivamente había desaparecido todo rastro de aquella mancha, y cuando estuvo segura, volvió a guardar el plano.

Pero al día siguiente, más o menos a la misma hora, ese segmento de recta se burló nuevamente de ella. ¿Qué le había hecho a un segmento de recta para que le tomara el pelo de tal modo? Entonces se dio cuenta de que quizá no era una burla, sino un presagio.

Comenzó a seguir el estado del plano diariamente. Ella borraba la mancha, y al día siguiente, se volvía a dibujar cada vez más nítida. Tan nítida se dibujaba que un día se hizo línea.

Entonces la mujer vestida de azul comprendió que aquello era inminente, e irreversible. Ese plano, siempre contendría desde aquel momento, en uno de sus segmentos de recta, una línea divisoria.

Entonces captó aquella extraña revelación. El segmento no era uno más, era un segmento trascendental.

Aquel segmento, era nada más ni nada menos, que la línea de su vida.

Le llevó días comprender el mensaje. Si en la línea de su vida, había aparecido primero, de modo tenue, una mancha que no se borraba bajo ningún concepto, sino que por lo contrario, cada día se delineaba más en línea, sólo tenía una lectura. Un “Antes de Cristo” y un “Después de Cristo”. El fin de una etapa, y el comienzo de otra.

Pero la mujer vestida de azul no sabía de ningún modo que era lo que terminaría (irremediablemente terminaría), ni qué era lo que comenzaría.

Entonces se dedicó a estudiar aquel fenómeno. Ella debía descubrir de qué se trataba todo aquello.

Pero pasaba el tiempo, y el plano día tras día le sonreía burlón; la división del segmento ya se había vuelto negra oscura, y bien gruesa.

Analizaba todo el día qué era lo que terminaría, qué era lo que comenzaría y no encontraba ninguna respuesta.

Sólo sabía que se aproximaba un Fin. Pero era totalmente ajena acerca de cuál de ellos, los Finales parciales de su vida; era el elegido.

Al principio, analizaba tranquila. Pero, al no ir encontrando ninguna clase de respuestas, el análisis, día a día la iba obsesionando.

Sin darse cuenta, un día se paró por unos instantes en una colina lejos de ella, y se vio absolutamente ajena a la realidad en que estaba inmersa. Sólo había lugar en su cabeza para el Análisis, que cual cáncer se iba comiendo el resto de los procesos.

Estaba perdiendo el control a pasos agigantados. El Análisis la había tomado por completo y no tenía ojos para nada más.

Así; cuestiones trascendentales de la vida, se le pasaron de largo.

Un día descubrió que sus hijas pequeñas tenían voces de adolescentes. Primero la mayor, luego la menor. Y lamentó no haberles grabado aquella vocecita infantil, ni sus primeras palabras. Ella no tenía el Registro de sus voces de niñas. Habían desaparecido para siempre, así como el sol cuando se pone un día en el horizonte, pero al otro sale distinto.

Sin embargo, a pesar de aquella constatación horrenda, la mujer vestida de azul seguía sin saber qué significaba esa línea divisoria, que cada vez se marcaba más en el plano, ahora hasta tenía cierto relieve.

Ella confiaba tanto en su capacidad de Análisis que se dedicó a suspender todo. Hasta no descubrir el significado de aquella extraña revelación, no atendería a nada ni a nadie.

La mujer vestida de azul se había desconectado del mundo. Era un objeto aislado, solitario, con un entorno muy miope, donde la pérdida de nitidez, iba creciendo a pasos agigantados, y tanto creció que al fin no podía ver ni la “ese” gigante que el oculista le mostró.

Le recetaron lentes, pero ya no fue lo mismo. La visión que tenía estaba absolutamente distorsionada, sólo recuerda que las mañanas eran claras, pero a lo largo del día, todo se iba volviendo borroso, hasta que, ya no podía estar en el mundo, y debía recluirse a los confines de su soledad.

Igual, nada le importaba. El objetivo primigenio seguía siendo descubrir qué significaba aquella revelación, esa primero línea, que luego se hizo un murito, que luego se hizo muro, un muro tan alto y electrificado como el del Gueto de Varsovia.

Otros días la revelación se le aparecía distinta: primero la línea, luego una loma de arena cual construcción en una tarde de playa, luego, una suave ondulación, como las del suelo uruguayo, donde no hay grandes picos. Bueno, no hay grandes picos, pero hay uno que es el más alto. Primero en la escuela le enseñaron que era la sierra de las Animas, pero luego descubrieron que más alto aún era el cerro Catedral.

Lo previsto; aquella suave ondulación se hizo monte, luego se hizo loma, luego se hizo cerro, luego, se salió del Uruguay y se hizo montaña, y un día la mujer vestida de azul se dio cuenta de que era el Monte Everest.

Muro, Monte, y ella sin saber qué era lo que se separaría, irremediablemente se separaría.

Un día quedó su mente en blanco. No le cabía un solo análisis más. Y así, en blanco, anduvo pululando por el mundo. Sabía que había algo que ya no sería como antes, sabía que ese algo sería muy importante, pero no sabía qué sería.

Así siguió viviendo, mejor dicho, sobreviviendo, con aquella certeza de que un Fin, se aproximaba, y ella, sin saber cuál era.

Las voces del inconciente no le daban tregua, ¿qué era, por Dios aquello que iría a terminar? Lo ponía vertical, luego lo giraba noventa grados, y lo veía horizontal, pero no aparecía ninguna señal. Después, lo giraba cuarenta y cinco grados, pero nada. Ciento ochenta. Y nada. Ni una sola pista.

La mujer vestida de azul era un despojo de lo que alguna vez había sido. Iba de la casa al trabajo, y del trabajo a la casa, y había un Fantasma no desvelado, y ella sabía que cuando hiciera su presentación, sería el comienzo de su Fin.

Así, aterrada, sobrevivía.

Cada día, el más pequeño cambio la trastornaba, pues creía que se venía el anuncio de aquello, que sería terrible, pero que no sabía qué sería, pero sí sabía que sería terrible.

Deambulaba, cual autómata. El final estaba cada vez más cerca.

Cada vez eran más sus momentos tormentosos que los de calma.

Pero un día, ya no hubo más calma y todo fue tormenta.

Aún no se desvelaba el misterio del Fin, pero era todo tormenta. Luego, comenzaron tenues destellos de luz, primero cada ciertos instantes de tiempo, hasta que, cual contracción de parturienta, se fueron incrementando. Y después del rayo, vino el Trueno.

El Trueno fue la explosión, su mundo se desmoronó, se desmenuzó, se hizo polvo, y todo fue caos.

Así luego de que la tormenta pasara, vino ese Apocalipsis donde ella, simplemente, vegetaba. Cada vez tenía más dudas, y cada vez menos respuestas.

Y ese Muro del Gueto de Varsovia allí seguía, firme, con sus alambres electrificados, no fuera cosa que se le ocurriera meter el dedo; moriría electrocutada.

Y ¿cómo ella podría escalar el monte Everest, cuando el oxígeno iba disminuyendo, proporcionalmente con la ascensión?

Estaba acorralada. Ese Fin revelado a través de la montaña, del muro, le estaba, irremediablemente, oculto.

La mujer vestida de azul seguía sin saber de qué se trataba, pero lo que sí se iba revelando era la magnitud del suceso. El cual aún sin saber de qué se tratara, hacía que el Everest y el Muro del Gueto se rieran de su ingenuidad, y la miraran sarcásticamente, como anticipando algo no grave, sino terrible.

Casi tan terrible como la locura, casi tan terrible como la muerte.

El Monte Everest y el Muro del Gueto se burlaban de ella todos los días, eran absolutamente despiadados, paladeaban el manjar que se venía.

Entonces, su desesperación aumentó, exponencialmente. Ya no era solamente el sobrevivir, en blanco, como una sombra de lo que había sido, sino que todo fue desesperante.

Se acabaría el aire que respiraba, y le iban a insertar un chip que anunciara, tal como cuando uno discaba el seis, “La señal indicará las x horas, y segundos”, y no parara nunca más.

La mujer vestida de azul ya no tenía dudas de lo que le esperaba, morir ahogada por olvidar respirar, o morir de aturdimiento por la voz de esa mujer que otrora estaba en el teléfono, y ahora pasaría a hablar ininterrumpidamente dentro de ella, sería una segunda voz que jamás se callaría.

A pesar de estas certezas que se iban dibujando, lo cierto es que El Fin en si mismo, así como la novia, que se hacía esperar con la iglesia llena, y los invitados muy impacientes; no aparecía.

La mujer vestida de azul despertó luego de haber estado inconciente durante dos largos años. No recuerda nada, prefiere no saber qué fue lo que le ocurrió, sólo sabe que perdió el conocimiento.

Fue entonces que se levantó, y fue a buscar a su familia. Buscó por todas partes. No había rastro alguno de ellos.

Con el paso de los días, encontró a las hijas, pero muy cambiadas. Le hablaron en tono piadoso, pero se les notaba que deseaban se callase cuanto antes. Fue entonces que alguien le contó que ya no estaba más casada. Y que el papá de las hijas ya no vivía con ella.

La mujer vestida de azul pretendió establecer una comunicación con él. Pero, para su sorpresa, o, no le dirigía la palabra, o, si lo hacía decía “Sí”, cual autómata a todas sus dudas y planteos.

Nunca más habló le del tema de las hijas. Yo no sabe absolutamente nada de sus vidas junto a él. No sabe que pasará el próximo instante, a duras penas se entera de próximos viajes, por aquellas cuestiones del permiso de menor, y entonces es avisada, porque no hay más remedio.

Han construido una vida sin ella.
No es una vida sin ella como pareja del padre.
Es una vida sin ella en el más amplio sentido de la palabra.

Le dicen que se separaron, así habrá sido, pero lo que definitivamente le hizo perder el control fue que él nunca más se relacionó con ella como el papá de las hijas.

Así, han construido un trío autosuficiente, en el cual ella es únicamente una molestia.

Y si alguna de las hijas por momentos se distrae, inmediatamente se lo recuerdan.
Como para que no se olviden.
Como para que nunca se olviden que su madre siempre será una carga.
Así la redefinieron en el pizarrón, estando las hijas sentadas en un pupitre. Dibujaron algo parecido a una silueta de mujer, y al lado pusieron un signo de igual, y luego… aquella palabra.

Palabra que a la mujer vestida de azul le aterra pronunciar.
Palabra que se asemeja al Infierno de Dante, o a la vida de alguien sin memoria.
Borraron su nombre de sus memorias.
Bueno, no es que lo hayan borrado, sino que lo redefinieron.

Ahora, la mujer vestida de azul entiende que evidentemente ese fin, que de alguna manera se había ido dibujando era, indudablemente algo terrible. Incontrolable. Desesperante. Desolador. Triste.

Todo le da lo mismo. No le importa si es de día o es de noche.
No le importa si no come durante una semana.
No siente el cuerpo.
No siente el hambre.

Sólo siente descontrol, desesperación, desolación, y una infinita tristeza.

Así pues, que de eso se trataba esa línea en un único segmento de recta del plano que debió de terminar.

Lógicamente, no pudo hacerlo.
Lógicamente, nadie le podría haber aceptado un plano desprolijo, y con una línea, que marcaba un error, en la planta, en la fachada, en el corte, en la perspectiva.

El plano así le fue imposible de entregar.

Entonces es que lo hizo enmarcar entre dos cristales, una especie de túnel de milímetros, a escala del otro Túnel, el de la Memoria, el de los nombres escritos en plateado, sobre un vidrio.

Y Nada.

La Nada es oscura, es un no.ser, es una no.vida.

Hoy duda, pero a diferencia de Ciorán, sin que le venga en gana. Es una duda universal, o si se lo prefiere, la universalización de La Duda, o, La Duda quizá ahora está funcionando para la mujer vestida de azul como una entidad establecida a priori.

Pero en ese mar de dudas al menos existe una certeza: la Nada será su eterna compañera.

La Nada es lo que estaba del otro lado del Everest, del otro lado del Muro del Gueto de Varsovia.

Ahora al menos ya sabe de qué se trata El Fin.

Perdón, Su Fin.

Sepan disculparla.

Anna Donner Rybak © 24/I/2011.

La Mujer Vestida de Rojo


La gente está vestida de blanco, ¿por qué tú vistes de rojo?
-Tú sabes: no soy como ellos.
-¿Por qué te empeñas en remar contra la corriente?
-No se trata de eso.
-No te comprendo. Siempre tienes problemas con todos. Eres conflictiva.
-Si ser conflictiva, es decir la verdad, que obviamente a muchos no gusta, prefiero serlo.
-Tú lo que haces es Sinceridio.
-Es del único modo que sé hacerlo.
-¿No te das cuenta de que siempre estás sola y nadie quiere estar contigo porque siempre te metes en problemas?
-Si tú lo ves así…
-Acaso, ¿te gusta estar siempre sola?
-¿Y para qué voy a estar con otros?
-¡Estás loca, mujer vestida de rojo, y siempre estarás sola!, ¿me oyes? ¡Lo-ca! ¡Esta vez, te pasaste!
Una lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
Ella no entendía qué había sucedido. Pero no era la primera vez que le sucedía. La mujer vestida de rojo se encontraba perdida en un mar de gente. Claro, gente que no estaba loca.
-¿Por qué te empeñas en rebelarte contra todo?- le dijo una de las personas dentro del mar.
-¿Cómo tú soportas la frivolidad del mundo?
- Es que tú dramatizas todo. La soportas, te acoplas.
-¿Tengo que mentir, entonces?
-Ya sabes, de vez en cuando una pequeña mentira social no te va matar, claro, me olvidaba, ¡tú eres la Madre de los Pobres!
Otra lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Me exasperas! ¡Todo para ti es un problema! ¡Eres imposible!
-¿Entonces para no exasperar hay que decir mentiras?
-¡Qué dramática! ¿Ves? ¡Ya te tomas todo a pecho! ¡Ponte a llorar, anda!
-No merezco que te burles de mí.
-Es una broma, no dramatices. Pero te asombras de que la gente no te quiera, ¿cómo te va querer la gente si eres una antipática y vas caminando por el mundo mirando a todos por encima del hombro con pose de soberbia?
-Tú no entiendes. Es una coraza.
-¿Coraza? ¿Pero no eras tú la reina de la Autenticidad?
-Me estás hiriendo.
-Vamos, llora, llora, anda.
-No voy a llorar, te voy a explicar cosas que evidentemente no comprendes: me gusta mi soledad, porque tengo tiempo de estar haciendo siempre una historia nueva, o pensando en el hombre que amo.
-¡Já, ja! ¿Y de qué te sirve pensarlo si no es tuyo?
-¿Y tú que sabes?
-¿Sabes qué? ¡Das lástima!
-Piensa lo que quieras, soy un ser sensible y vulnerable.
-¡No lo parece! ¡Te atreves a ir por ahí diciéndole a todo el mundo cualquier disparate!
-Digo La Verdad, ¡no digo disparates!
-Se dice La Verdad, pero ¡No Toda!
-Pues yo la digo toda.
-Y así estás, siempre teniendo problemas con todos, nadie te quiere.
-Eso no es cierto. Muchas personas me quieren.
-Nadie quiere a una persona a la cual hay que “aguantarle” la cabeza todos los días.
-No te comprendo.
-¡TE la pasas analizando! ¡Hablando de filosofía! ¡De literatura! ¿No te das cuenta que aburres?
-Yo no me aburro.
-Por eso estás sola y siempre vas a estar sola.
Una tercer lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Ahora no llores! Te desubicas, y después lloras.
-¡No me lastimes más, por favor!
-No sabes todos los problemas que tuve por TU culpa.
-¡Sabes que no lo hice adrede!
-¡Eres una molestia! ¡Ahora tengo que andar dando explicaciones, todo por tu maldita costumbre de escribir poesía, y de analizar hasta la muerte del mosquito!
Un mar de lágrimas bien perceptibles se van descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo. Una tras otra. Primero hacen un estanque, luego devenido en laguna, que terminará, irremediablemente en un océano.

Anna Donner Rybak © 2010

La Mujer Vestida de Gris


La mujer está vestida de gris. Afuera llueve, y está oscuro.

Ayer, la mujer había vestido de azul, afuera había sol, y la luz iluminaba su cielo. Pero un temporal se avecinaba, y la mujer lo sabía. Mas no llevó paraguas. Quizá le pareció poco relevante, y prefirió mojarse.

Ahora no lo sabe a ciencia cierta.

La mujer se pregunta, porqué hoy no vistió de rojo. A la mañana se probó unos zapatos colorados, pero le parecieron demasiado ostentosos. Y eligió los stilettos grises. Y ahora, cuando salga del espacio que la cobija, se le mojarán los pies.

Podría haber elegido, en todo caso, reflexiona, las botas grises. Al menos, sus pies ahora estarían abrigados.

Pero no lo están.

Lo cierto es que esta tarde, la mujer está vestida de gris, y no vino preparada para la lluvia.

La mujer se siente perdida.

No sabe si salir a la calle y mojarse los pies, o esperar a que la lluvia ceda un tanto.

La mujer se siente paralizada.

Su imagen se ha congelado en el tiempo.

Ahora la mujer es una estatua de hielo, su pelo es blanco, su ropa es blanca, y sus stilettos son blancos.

Es que la mujer misma está en blanco.

Se ha caído del tiempo.

La mujer siempre se había subyugado ante la idea de subir y bajar de la línea del tiempo, el presente sin arpegios le era sumamente aburrido. Ella prefería adornarlo con un pasado romántico y con un futuro impreciso.

El presente sin arpegios le revela a la mujer su imagen congelada en el tiempo, y está sumida en las tinieblas.

La ciudad que la alberga le parece caótica y predecible, es que ir al centro el sábado a la noche y los trolebuses forman parte de su pasado romántico.

Por momentos, la mujer tiene ganas de ser aquella joven despreocupada cuyos cabellos se mecían al viento soñando un futuro eterno, con todas las estrellas por delante.

Pero, la mujer todavía es joven. Apenas le ha salido la primera cana, y aún mantiene su cabello negro y largo.

¿Cuántos años usted tiene?- le pregunta de golpe la señora del trajecito con botones dorados, con olor a fijador de peluquería, muy estructurada y cuidando sus ademanes para no arruinar su peinado. – Parece usted muy joven.

La mujer vestida de gris le pregunta a su memoria, pero ella no le da respuesta.

Ella había esperado tanto del futuro, pero el presente se le impone de cara.

No, no hay vida en otros planetas y ella está sola en el mundo.

La mujer vestida de gris es ella y su soledad.

La mujer vestida de gris supo soñar con el año 2000 y Montevideo, una ciudad satelital, donde no habría autos, y todos se trasladasen en naves voladoras.

Pero el año 2000 había llegado, y nada había sucedido.

Montevideo no era una ciudad en el aire, y ella no volaba. Seguía usando jeans con championes el fin de semana, y trajecitos ceñidos, tacones altos y camisas abotonadas para ir a trabajar.

Pero quien sí había llegado era un pulpo con brazos de metal, y un núcleo pétreo, una máquina que había sido producida en serie, de modo organizado y anónimo.

Emanaba unas ondas ultravioletas que alteraban la química del cerebro, y lentamente, todos se iban volviendo idiotas. Su nombre era Reality.

De todos modos, la mujer vestida de gris no se había dejado conquistar por Reality, aunque él había insistido en varias ocasiones.

Es que a la mujer vestida de gris le gustaban las sorpresas y Reality desde el comienzo fue tan obvio que ella lo descartó de entrada.

La mujer vestida de gris, pues, se siente rodeada de ficciones donde ya no hay gente.

Anna Donner Rybak © 2009